Sigo Adelante

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 “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Filipenses 3:12-14l

En muchos momentos en la vida, llegamos a dudar si vale la pena seguir intentando. Recuerdo cuando estaba soltera y oraba intensamente a Dios por un esposo. Mis amigas se habían casado ya, y a los 30 años yo seguía soñando con el día en que mi príncipe azul llegaría a tocar a mi puerta.  Pasaron 7 años antes de que Dios respondiera a mi oración. Durante ese tiempo recuerdo algunos momentos en los que fue particularmente difícil la espera la cual llegó a ser angustiante y a veces extenuante.

En ocasiones, una voz en mi mente me decía: “mírate, tú sigues aquí esperando en Dios, no involucrándote en relaciones que no te van a acercar a Jesús aún cuando tienes la oportunidad, esforzándote por vivir en santidad, no involucrando tu cuerpo ni tu mente en hábitos pecaminosos, y todo ¿para qué? El tiempo pasa y tu sigues sin recibir lo que tanto pides a Dios. No vale la pena seguir…”

Hoy me pregunto qué hubiera pasado si yo hubiera escuchado a esa voz que me invitaba a rendirme y hubiera decidido tomar la situación en mis manos. La respuesta es simple:  no hubiera conocido al hermoso hombre de Dios con el que me casé al cual Dios trajo literalmente a mi puerta en el tiempo correcto.

Estoy segura de que esta situación no te es extraña y que tú también has pasado por momentos de “cansancio espiritual” en los que has pensado en “tirar la toalla,” más de una vez. Déjame decirte algo, no estás sola. El mismo apóstol Pablo sintió la presión de las circunstancias difíciles al punto en el que tuvo que decidir si valía la pena seguir adelante.  Pero en medio de la prueba, Pablo encontró las fuerzas en una sola y simple resolución: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta.

Pablo sabía que que sólo había una opción abierta para Él: debía de proseguir, no había vuelta atrás para Él.

Se dice que cuando el Imperio Español conquistó gran territorio el mundo (s.XV) y creyeron que habían conquistado toda la tierra hasta el final de sus límites, sus monedas reflejaban su arrogancia nacional y tenían escrito “Ne Plus Ultra” lo cual significaba “Nada Más Allá” – haciendo referencia a España cómo lo mejor en todo el mundo. Después del descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, ellos se dieron cuenta que en realidad había mucho más por conquistar, así que cambiaron la inscripción en sus monedas a Plus Ultra significando “Más Allá.”

De la misma forma, la vida de algunos cristianos dice “Nada Más Allá” y otras dicen “Más Allá.

La vida en Cristo no es siempre fácil, habrá tiempo en los que nos requiera sacrificio personal, esfuerzo continuo y suma dedicación y perseverancia. Pero lo peor que podemos hacer es darnos por vencidos al escuchar la voz que nos recuerda todas las excusas que tenemos para dejar de luchar.

Hoy te animo: ¡sigue adelante! no dejes de mirar hacia la meta y no te des por vencida. Deja que cada día Dios te renueve las fuerzas que necesitas para seguir luchando con valor y determinación. Deja el pasado en el pasado y deja a Dios ser Dios. Lo demás, vendrá en el tiempo perfecto de Dios si sabes esperar y poner tu mirada “más allá” donde te espera Cristo al final del camino para darte el mejor premio por tu perseverancia: el mismo.

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