¡No más ansiedad!

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Cuando mi esposo y yo tuvimos a nuestro primer bebé y buscábamos un nombre para él, el primer libro que consultamos fue la Biblia. Hay cientos de nombres escondidos entre las páginas del Nuevo y Antiguo Testamento que podrían ser una buena opción de nombre para un recién nacido. Sin embrago hay otros que en lo personal me parecen un tanto cómicos, sin perder la reverencia a este libro sagrado, por supuesto.

Obvio, la diferencia en el lenguaje y la pronunciación de ciertos nombres hebreos, los hacen sonar bastante extraños y poco comunes en nuestro idioma español. Por ejemplo, en Isaías 8:3 se encuentra el nombre más largo, y a mi parecer bastante singular en la Biblia: “Maher-salal-hash-baz. Imaginate querer llamar a este individuo cuando andas de prisa: “José, ve a buscar a tu hermano “Maher-salal-hash-baz que nos tenemos que ir!”

Hablando de nombres únicos, ¿alguna vez has escuchado el nombre de Evodia y Síntique? Bastante peculiares también. Estos nombres no sólo aparecen en el cuarto capítulo del libro de Filipenses en la Biblia sino, además, de acuerdo con el Apóstol Pablo, están escritos en el Libro de la Vida.

Pablo comienza la última parte de su carta, pidiendo a estas dos mujeres, Evodia y Síntique, que sean de un mismo sentir y ruega a alguien, que les ayude a resolver su situación. ¿Cuál situación? Pablo no especifica el problema entre ellas, pero les suplica que sean de un mismo sentir en el Señor. Seguido a esto, Pablo les invita a contentarse y a mostrar gentileza.  Luego continúa escribiéndoles acerca del afán y la ansiedad, pidiéndoles que oren para que puedan recibir la paz de Dios que les ayudará a guardar su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús. ¿Por qué será que Pablo menciona a Evodia y Síntique dentro de este contexto? Si bien el problema que había entre ellas no está claro, lo que sí es claro en este pasaje, es la raíz del problema: la ansiedad.  ¿Será que la ansiedad y el afán les robó a estas amigas y compañeras de ministerio el respeto, la comunión y amor que había entre ellas?

La ansiedad es un terrible enemigo de nuestra alma que no sólo afecta nuestro bienestar emocional, físico y mental, sino que además afecta nuestras relaciones con otras personas y lo peor, afecta nuestra relación con Cristo.

¿Alguna vez a estado con gente que está siempre ansiosa, preocupada o nerviosa? El afán y la ansiedad son algo que se contagia, hacen sentir a las otras personas igualmente ansiosas e incómodas. En el mundo de la medicina, la ansiedad se considera una enfermedad que no permite la relajación y el descanso del paciente. Se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y extrema inseguridad.  

Vivir en este estado de manera constante nos roba la felicidad personal, y nos aísla de otras personas aun sin quererlo. ¿O quien disfruta pasar tiempo con alguien que está constantemente preocupado? ¿Quién considera fácil vivir con alguien que vive en ansiedad? Sin embargo, Pablo nos ofrece la solución al problema:

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

¿Qué haces para sentirte mejor cuando estas pasando por momentos de suma y constante preocupación? ¿Qué te parecería usar la oración y la gratitud para combatir tu afán y ansiedad? Si haces esto, Dios te promete paz que sobrepasa todo entendimiento y promete guardar tus pensamientos y tu corazón en Cristo Jesús: ¡No más ansiedad!

Amiga no esperes más; no dejes que tus relaciones personales se vean afectadas por la falta de paz en tu corazón. Ven a tu Señor en oración, presenta a él tus peticiones, deja tu preocupación en sus manos y recibe su paz.

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